Diwali, o Deepavali, que significa «una hilera de luces», es uno de los festivales más encantadores de la India, una luminosa oda a la victoria, el amor y la renovación. En esencia, celebra el regreso del Señor Rama a Ayodhya tras catorce años de exilio y su triunfo sobre el rey demonio Ravana. Según cuenta la historia, los habitantes de Ayodhya encendieron hileras de lámparas de aceite para dar la bienvenida a su rey, un gesto que aún perdura en cada diya encendida en todo el país.
El festival se extiende durante cinco radiantes días, cada uno con su propio ritmo de ritual y calidez. Las casas se limpian a fondo, los umbrales se llenan de rangoli y el aroma de los dulces impregna el aire. La tercera noche, la más radiante y sagrada, está dedicada a Lakshmi Puja, cuando las familias invitan a la diosa de la riqueza y la prosperidad a sus hogares. Las lámparas titilan en su honor, se susurran oraciones y el cielo nocturno brilla con fuegos artificiales.
En toda la India, Diwali se viste de muchos colores. En Bengala, se convierte en Kali Puja, una noche de devoción a la feroz diosa. En Varanasi, los ghats resplandecen durante Dev Deepawali, cuando se dice que los dioses mismos descienden al Ganges. En Maharashtra, comienza con Vasu Baras, en honor a las vacas, símbolos de abundancia. En el sur, el amanecer trae consigo baños de aceite sagrado y relatos de la victoria de Krishna sobre Narakasura .
Más que un festival, Diwali es un sentimiento, un recordatorio de que la oscuridad se desvanece, la luz perdura y cada chispa lleva la promesa de nuevos comienzos.