Masala Chai: La vida en una taza

mayo 16, 2025

En la India, el masala chai es una emoción, una invitación, un signo de puntuación en el ritmo de la vida. Se sirve al amanecer y al atardecer, se bebe entre colegas en los grifos de la carretera, se ofrece reverentemente a los invitados y se bebe lentamente durante el monzón, cuando el mundo se vuelve gris aterciopelado. Siempre hay tiempo para el chai… y si no lo hay, se hace.

Pero la historia del masala chai no empieza en la India. Puede que los británicos plantaran el té, pero el chai tal y como lo conocemos… lechoso, especiado, descaradamente atrevido… es un invento indio. La gentileza colonial dio paso a la elegancia callejera. En algún momento, entre la tetera de latón y el kulhad, se produjo una alquimia.

En el fondo, el masala chai es un brebaje rebelde. Consiste en un remolino de hojas de té negro y leche entera infusionada con un aluvión de especias, como jengibre machacado, cardamomo machacado, un toque de canela, un susurro de clavo, a veces pimienta y a veces tulsi. Cada vendedor ambulante jura por su mezcla, y cada hogar guarda su receta como si fuera una joya heredada. A algunos les gusta lo bastante fuerte como para despertar a los antepasados, mientras que otros lo prefieren suave, con sólo un toque de calor.

Y luego está la ejecución. El hervor, la espuma, el tirón dramático: el chai no se vierte, se airea en el aire, yendo y viniendo de un recipiente a otro hasta que adquiere el tono justo de confort. Es un teatro con un poco de maña.

En el mundo actual de los pour-overs y las cervezas frías, el masala chai se mantiene… orgullosamente de la vieja escuela, pero infinitamente adaptable. Se ha deconstruido en cocinas con estrellas Michelin, se ha embotellado en tiendas y se ha difundido por las redes sociales. Pero el alma del chai sigue siendo terrenal, igualitaria y absolutamente adictiva.

Un sorbo y te engancha. Porque el chai no es sólo lo que hay en la taza. Es el cotilleo que suscita, los silencios que suaviza, la nostalgia que transmite, igual que la India, compleja, caótica, reconfortante y con el punto justo de picante.

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