Nacido en 1919 en el seno de la progresista y filantrópica familia Sarabhai de Ahmedabad, Vikram Sarabhai se crio en un entorno donde la ciencia, el arte y la reforma social se entrelazaban a la perfección. Fue esta singular confluencia la que lo forjó como científico y visionario. Tras doctorarse en física de rayos cósmicos en Cambridge, regresó a la recién independizada India, rebosante de potencial, y vio en la ciencia no solo una búsqueda de conocimiento, sino una herramienta para la construcción de la nación.
Ciencia con alma
En 1962, con escasa infraestructura y aún menos confianza pública, fundó el Comité Nacional Indio para la Investigación Espacial, sentando las bases de lo que se convertiría en la ISRO. Donde otros veían la pobreza como una limitación, él veía urgencia. « No podemos darnos el lujo de esperar » , dijo una vez, argumentando que los satélites podrían revolucionar la educación, la ayuda en caso de desastres, la agricultura y las comunicaciones en las zonas más remotas de la India.
Un constructor de mentes y misiones
de Sarabhai no residía solo en la ciencia, sino también en el desarrollo institucional. Ayudó a fundar el Instituto Indio de Administración de Ahmedabad, el Laboratorio de Investigación Física, el Centro de Aplicaciones Espaciales y varias otras instituciones destacadas. Para él, la excelencia científica no significaba nada si no impulsaba el progreso social. Creía en empoderar a los demás, formar estudiantes, asesorar a investigadores, colaborar con artistas y conectar con pensadores de diversos orígenes. Su matrimonio con la célebre bailarina Mrinalini Sarabhai reflejó esta armonía entre lo racional y lo artístico, lo terrenal y lo aspiracional.
El vuelo inacabado
Falleció repentinamente en 1971, a la edad de 52 años, mientras aún planeaba nuevas misiones. Pero para entonces, ya había cambiado el rumbo del destino de la India . Galardonado póstumamente con el Padma Vibhushan, Sarabhai es recordado no solo en libros de texto y sellos conmemorativos, sino cada vez que un satélite indio despega o un estudiante sueña más allá de la gravedad. Hizo creer a una generación que la ciencia no era un privilegio, sino una promesa. Una promesa de que, desde plataformas de lanzamiento modestas e ideas poderosas, una nación podía prosperar.